“Autoestima y depresión”, “Autoestima y ansiedad”, “Autoestima y estrés”, ¿Cómo influye la autoestima en tu salud mental?

La autoestima como te he contado antes es la valoración que tienes de ti mismo, de tus capacidades, cualidades y logros. Es un factor clave para tu bienestar emocional, tu confianza, tu seguridad y tu autorrespeto. Cuando tu autoestima es baja, te sientes mal contigo mismo, te infravaloras, te críticas y te comparas negativamente con los demás. Estos pensamientos y sentimientos generan una imagen distorsionada de ti mismo, que afecta a tu salud mental y a tu calidad de vida. La baja autoestima y la salud mental están estrechamente relacionadas. Aquellas personas que tienen problemas de autoestima son más propensas a desarrollar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y estrés. Y viceversa, las personas que sufren estos problemas de salud mental también tienen por base subyacente una baja autoestima.

  • Veamos cómo se relacionan estas variables y qué puedes hacer para mejorarlas.

Autoestima y depresión

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por una profunda tristeza, pérdida de interés, apatía, culpa, irritabilidad, insomnio, falta de apetito, dificultad para concentrarse y hasta pensamientos suicidas en su extremo máximo.

La relación entre la autoestima y la depresión es bidireccional: por un lado, la baja autoestima puede ser un factor de riesgo para desarrollar depresión; por otro lado, la depresión puede deteriorar aún más la autoestima de la persona que la padece.

 La baja autoestima puede favorecer la depresión porque:

  • Genera una visión negativa de uno mismo, del mundo y del futuro, lo que se conoce como la tríada cognitiva de la depresión.
  • Disminuye la autoeficacia, es decir, la creencia en la capacidad de lograr los objetivos personales, lo que reduce la motivación y la esperanza.
  • Aumenta la vulnerabilidad a los acontecimientos vitales estresantes, como el fracaso, el rechazo o la pérdida, que pueden desencadenar o agravar la depresión.

La depresión puede deteriorar la autoestima más aun porque:

  • Provoca un sentimiento de inutilidad, de falta de valor y de culpa, que mina la confianza y el respeto por uno mismo.
  • Impide el disfrute de las actividades placenteras, el reconocimiento de los logros y el refuerzo positivo, que son fuentes de autoestima.
  • Aísla a la persona de su entorno social, lo que dificulta el apoyo, la validación y la comparación social positiva, que también contribuyen a la autoestima.

Autoestima y ansiedad

La ansiedad es una emoción adaptativa que surge ante una situación percibida como amenazante, y que se manifiesta con síntomas físicos, cognitivos y conductuales, como taquicardia, sudoración, nerviosismo, preocupación, miedo, evitación, etc.

La relación entre la autoestima y la ansiedad también es bidireccional: por un lado, la baja autoestima puede ser un factor de riesgo para desarrollar ansiedad; por otro lado, la ansiedad puede afectar negativamente a la autoestima.

La baja autoestima puede favorecer la ansiedad porque:

  • Incrementa la percepción de amenaza, al hacer que la persona se sienta más vulnerable, insegura e indefensa ante las situaciones que le generan miedo o estrés.
  • Disminuye la percepción de control, al hacer que la persona dude de sus recursos, habilidades y capacidades para afrontar los desafíos o resolver los problemas.
  • Aumenta la sensibilidad a la evaluación negativa, al hacer que la persona se preocupe excesivamente por lo que los demás piensen o digan de ella, y que tema el rechazo, la crítica o el ridículo.

La ansiedad puede afectar negativamente a la autoestima porque:

  • Provoca un sentimiento de incompetencia, de fracaso y de vergüenza, que daña la imagen y el valor que la persona tiene de sí misma.
  • Impide el desarrollo personal, profesional y social, al limitar las oportunidades de aprendizaje, crecimiento y satisfacción que se derivan de enfrentarse a los retos, superar los obstáculos y alcanzar las metas.
  • Aísla a la persona de su entorno social, al dificultar la comunicación, la expresión y la interacción con los demás, lo que merma la autoestima y la autoconfianza.

Autoestima y estrés

El estrés es una respuesta fisiológica y psicológica que se produce ante una situación que exige un esfuerzo de adaptación, y que se caracteriza por una activación del organismo, una movilización de recursos y una búsqueda de soluciones.

La relación entre la autoestima y el estrés también es bidireccional: por un lado, la baja autoestima puede ser un factor de riesgo para sufrir estrés; por otro lado, el estrés puede repercutir negativamente en la autoestima.

La baja autoestima puede favorecer el estrés porque:

  • Aumenta la exposición a los estresores, al hacer que la persona se involucre en situaciones que no le gustan, que no le convienen o que le superan, por falta de asertividad, de criterio o de autoafirmación.
  • Disminuye la capacidad de afrontamiento, al hacer que la persona se sienta incapaz, impotente o desesperada ante las situaciones que le generan estrés, y que recurra a estrategias ineficaces, como la negación, la evitación o la rumiación.
  • Aumenta la reactividad al estrés, al hacer que la persona se altere más fácilmente, que tenga una mayor respuesta fisiológica y que tarde más en recuperarse del estrés.

El estrés puede repercutir negativamente en la autoestima porque:

  • Provoca un sentimiento de agobio, de tensión y de desgaste, que afecta al estado de ánimo, a la salud y al rendimiento de la persona, y que puede hacer que se sienta menos capaz, menos valiosa y satisfecha.
  • Impide el equilibrio personal, profesional y social, al consumir el tiempo, la energía y los recursos de la persona, y al dificultar el cuidado de sí misma, el disfrute de las actividades y el mantenimiento de las relaciones.

Aísla a la persona de su entorno social, al hacer que se encierre en sus problemas, que se aleje de sus seres queridos y que pierda el apoyo, la comprensión y la ayuda que le podrían ofrecer.

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