La procrastinación es un problema muy común que afecta a muchas personas en diferentes ámbitos de su vida. Lo que pocos saben es que es un siclo nocivo de retroalimentación provocado por la baja autoestima. La procrastinación se trata de la tendencia a aplazar o evitar hacer tareas importantes y urgentes, sustituyéndolas por otras más agradables, pero menos relevantes. ¿Te suena familiar?
Si eres de los que procrastinan con frecuencia, es posible que hayas experimentado consecuencias negativas como estrés, ansiedad, culpa, frustración, baja productividad y pérdida de oportunidades. Tu autoestima es la causa subyacente a estos sucesos. Pero además de todo esto, la procrastinación puede tener un impacto mucho más negativo en tu autoestima, llevándote a experimentar depresión a ámbitos peligrosos.
La autoestima es la valoración que tienes de ti mismo, de tus capacidades, cualidades y logros. Es un factor clave para tu bienestar emocional, tu confianza, tu seguridad y tu autorrespeto es precisamente tu autoestima. Una autoestima saludable te permite enfrentarte a los retos de la vida con optimismo, asertividad y responsabilidad.
Cuando tu autoestima esta baja procrastinas, porque les estás enviando un mensaje negativo a tu mente: que no eres capaz de hacer lo que te propones, que no te mereces el éxito, que no tienes control sobre tu vida, que; que van a pensar de ti; etc. Estos pensamientos generan una imagen distorsionada de ti mismo, mientras que envían señales a tus sistema nervioso autónomo de autosaboteo. Es así como terminas procrastinando.
La relación entre la procrastinación y la baja autoestima es bidireccional: por un lado, la procrastinación disminuye tu autoestima; por otro lado, la baja autoestima favorece la procrastinación. Es decir, se crea un círculo vicioso que se retroalimenta y que puede ser muy difícil de romper.
¿Cómo puedes salir de este círculo? Lo primero que debes hacer es tomar conciencia de tu problema y de sus causas. Algunas de las razones más comunes por las que las personas procrastinan son:
- El miedo al fracaso, al rechazo o a la crítica.
- El perfeccionismo, la autoexigencia o la indecisión.
- La falta de motivación, de interés o de claridad sobre los objetivos.
- La distracción, la impulsividad o la falta de organización.
Todas las razones antes expuestas son consecuencia de una autoestima baja. Identifica cuáles son las tuyas y trabaja en ellas. Puedes buscar ayuda profesional, leer libros, hacer cursos o seguir estos consejos prácticos:
- Planifica tu tiempo y establece prioridades. Divide tus tareas en pequeños pasos y asigna plazos realistas. Usa una agenda, un calendario o una aplicación para gestionar tu tiempo.
- Elimina o reduce las fuentes de distracción. Apaga el móvil, la televisión o las redes sociales cuando tengas que hacer algo importante. Busca un lugar tranquilo y cómodo para trabajar.
- Busca la motivación intrínseca. Piensa en los beneficios que obtendrás al hacer la tarea, en cómo te sentirás cuando la termines, en cómo contribuirá a tu desarrollo personal o profesional. Recompénsate cuando logres tus metas.
- Enfrenta tus miedos y acepta tus errores. No dejes que el miedo te paralice. Piensa que el fracaso es una oportunidad de aprendizaje, no una definición de tu valía. Sé compasivo contigo mismo y no te compares con los demás.
- Busca apoyo social. Rodéate de personas que te animen, te inspiren y te ayuden a cumplir tus objetivos. Comparte tus dificultades y tus logros con ellas. Pide ayuda cuando la necesites.
Recuerda que la procrastinación no es una característica de tu personalidad, sino un hábito que puedes cambiar. Y que tu autoestima no depende de lo que hagas o dejes de hacer, y mucho menos depende de lo que los demás piensen o esperen de ti. Tu autoestima depende solamente de cómo te sientas contigo mismo. Así que empieza hoy mismo a tomar acción y a mejorar tu relación contigo mismo. ¡Tú puedes!, y si sientes que no puedes solo/a recuerda que: Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino.